miércoles, 28 de noviembre de 2007

No tengo una historia para contarlo. Sólo sé que desde muy, muy niña, los caballos me apasionan. Es un animal que además de encontrar bellísimo, majestuoso e inteligente, me produce momentos de paz extraños. Cabalgar me relaja muchísimo, sé que si viviera en el campo sería terapia para poder dormir bien o tranquilizarme después de un día de estrés.
Los veo y me dan la sensación de tranquilidad que me da cuando miro el mar un rato largo.
Me producen seguridad, y los relaciono con fortaleza. Tienen una energía especial.
En alguna etapa de mi vida dibujé unicornios hasta cansarme y entender que sí son cursis (después de asumir también que no iban a existir nunca).
Con los caballos pasa los mismo, obvio. Pasa también un poco por la frustración de nunca haber podido hacer equitación. A cambio de eso, cuando puedo conversar de ellos, me cuesta callarme, y me embalo (lateeeera). Vale la pena destacar, que siempre pedí de regalo de navidad, cumpleaños, santo, lo que fuera, un ponny. Fui una niña conciente, en mi patio no cabía un caballo, y de pura buena hija, pedía un ponny. Además comían menos, y la plata no abundaba. Algún día tendré un caballo, lo juro, me ahorraré este tipo de líneas absurdas para desahogarme por no tener uno.
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domingo, 11 de noviembre de 2007

"Compañero, usted sabe que puede contar conmigo,
no hasta dos, o hasta diez
sino contar realmente conmigo"
Benedetti

sábado, 3 de noviembre de 2007

GP "Los Barcos"

Es como morirse de miedo por algo
poner el brazo al frente y el otro al lado
no me hablas
no te hablo
bien sencillo
es como morirse de pena por algo también
comer la sal y el azúcar al mismo tiempo
si me hablas yo te hablo porque me muero...
me muero de entusiasmo
de entusiasmo...
de saber lo que es y lo que se dice cuando me muero de entusiasmo,
de entusiasmo...
los barcos se van y vienen acá disfrutan la orilla y luego se van.